domingo, 17 de octubre de 2010

Resistencia verde oliva.


Un paso al frente…Mar.
Vamos todos, a inscribirnos en el Servicio Militar Obligatorio, para que en una eventual amenaza de ataque a la Nación venezolana, preparados nos encuentre, y así, poder ostentar con orgullo el uniforme de combate verde oliva. Alguien de esos que suelen razonar con la lógica ajena y de mente esterilizada, tal vez se pregunte así mismo: ¿Preparados para combatir contra quien? A ese le decimos lo siguiente: para resistir contra el invasor que hoy más que nunca, está metido hasta los tuétanos dentro de nuestros espacios y demás adyacencias, acondicionando el clima propicio para dar el zarpazo físico y final. Por ahora, tan sólo se conforma con su obscena práctica mediática de revestida tecnología de punta, siendo esta su arma preferida de doble calibre.    

Dicen que al sonar el clarín de la Patria, hasta el llanto de la madre calla. En este caso, la madre es la Patria, que estupefacta seca su llanto, al ver el arrojo con que sus hijos la defienden. Los hijos agradecidos le dirían a su adorada madre, tal como el verso aquel del insigne José Martí: “Mírame, madre, y por tu amor no llores: si esclavo de mi edad y mis doctrinas, tu mártir corazón llené de espinas, piensa que nacen entre espinas flores”.

Al insaciable Drácula del Norte, no le serían suficientes todas las noches, para beber la sangre mestiza que corren por las venas de nuestros nobles pueblos, no obstante, para ventaja nuestra, este vampiro no podrá sumar los amaneceres a su funesto calendario; ya que el radiante sol de un cielo soberano, le quemarían las ojerosas pupilas; y sin digerir la sangre indebidamente sustraída de todas las despensas humanas, ha de regresar a su sombría capsula del sueño eterno, de donde no debió salir jamás.

Si el capítulo final de esta amenaza latente a nuestro hogar, se llegase a materializar físicamente, no faltaría algún apátrida que en su interior piense: “yo mejor me voy a casa”. Dice José Martí: ¿Que casa? En tierra ajena no hay casa. Fin de la cita. O quizá piensa que escalando la loma más alta, las turbulentas aguas de un tsunami hostil, tal vez no le quebranten su frágil y pálida humanidad, equívoca decisión, el rapaz intruso del Norte no da tregua, le privaría hasta del oxigeno que respira, su especialidad consiste en estigmatizar toda causa justa, hasta el punto que, mañana incomodo  con nuestro tenaz resistir, no vacilaría en tildarnos de narco- resistencia,  

Los comandantes de las criollas arenas revolucionarias, nos han inculcado la mística de acrisolar la tierra que nos brotó de sus entrañas.

Vamos pues, todos los venezolanos respetuosos de las leyes, los deberes y en especial de la libertad, alistarnos en la Circunscripción Militar más cercana a nuestras casas.

El Verde Oliva: ¿Por qué a Sucre?

El Verde Oliva: ¿Por qué a Sucre?: "¿Por qué a Sucre? Porque algunos de esos valientes hombres de una epopéyica gesta, tan sólo se limitaron a consolidar a feliz término la ..."

El Verde Oliva: ¿Por qué a Sucre?

El Verde Oliva: ¿Por qué a Sucre?: "¿Por qué a Sucre? Porque algunos de esos valientes hombres de una epopéyica gesta, tan sólo se limitaron a consolidar a feliz término la ..."

El Verde Oliva: ¿Por qué a Sucre?

El Verde Oliva: ¿Por qué a Sucre?: "¿Por qué a Sucre? Porque algunos de esos valientes hombres de una epopéyica gesta, tan sólo se limitaron a consolidar a feliz término la ..."

lunes, 11 de octubre de 2010

"Bolívar, Páez y la camisa rota"



Bolívar, un aguerrido militar de carrera atraído por el influjo de un poema como lo fue su compleja empresa de un sueño, que a pesar de tener matices utópicos, aun así no se detuvo en rodeos para darle rienda suelta a su andar e intensa y vertiginosa vida.

Páez, también fue este heroico Centauro nacido en las cálidas tierras portugueseñas, un gran guerrero de lanza empuñada, un aluvión y derroche de valentía pero de corazón pragmático, motivo por el cual no asimiló en su veloz momento, el proyecto y mensaje a futuro de Bolívar.

El caraqueño Bolívar, marchó por el recto callejón que conduce a las barricadas de cepa humana y de  pueblo unido.

Páez,  furtivamente se jubiló através de los pasillos reales del estereotipo burgués.

He ahí la bipartición de una noble causa independentista.
La parte que le tocó a Bolívar fue como un verso de resurgimiento en las entrañas.
El otro fragmento que le correspondió a Páez, era semejante a un espejismo en el desierto inhóspito producto del quebrantamiento a un principio.

Largo como un quijotesco pero determinante recorrido, es el nombre de pila que le dieron sus progenitores a Don Simon José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, quién fue en su tiempo sin limite un almácigo de poesía edificante, de libertad y justicia, de límpido amor por la unión de la Grande Patria Americana.

Páez después de su gran gesta libertaria, no percibió en su tiempo y espacio más que el presente que le rodeaba. Detrás de cada matorral en la inmensa llanura venezolana, rezagado quedó el Vuelvan Caras, como una lejana trova en la letanía de una esperanza.

Permítaseme recrear la mente sobre la madeja de esta épica y hermosa historia.

El Libertador Simón Bolívar, hasta después del riguroso cabalgar junto a su último adiós y respiro, llevó consigo su desgastada camisa rota.

El General en jefe José Antonio Páez, en su delirante lecho de moribundo talvez acariciado por la añoranza de un pasado sin retorno, como un gesto y humilde tributo a la excelsa memoria del Padre de la Patria, quizá allí leal a la Santidad de un silencioso instante, hubiese querido vestir una camisa rota.

domingo, 10 de octubre de 2010

El Comandante Che nos mira

        “El Comandante Che nos mira”
Desde alguna enigmática y extraña dimensión que escapa al razonamiento lógico del ser humano, el espíritu guerrillero del Che nos mira, quizá  muy cansado de tanto llevar sobre su hombro el fusil de la pesada carga moral; que con marcada renuencia eludimos y echamos de lado a tan vital exigencia.
Exhausto, debe sentirse el Che del arduo trabajo voluntario.
El Che acorralado por el asma y de tanta mediocridad, de quienes ni con un ápice de sus preceptos  somos capaces de rampear las faldas de un cerro con dignidad, entereza  y entrega total solidaria.
Una sombra negra cubre la exaltada y callada alma revolucionaria del Che, cuando deshonrosamente por un denario tarifamos  lo más noble y hermoso de un ideal.
El Che enfadado con quienes hurtamos de la despensa, el alimento del niño que descalzo deambula por el desértico callejón de la suprema miseria, laureado por el revoletear de las moscas, con su linda carita curtida por el hollín de nuestra más atroz indiferencia.
Perdón Comandante Che, tal vez no soy digno de pronunciar tu nombre, pero al menos permítaseme esculpir sobre el coraje de tu acorazado pecho,  estas palabras arrepentidas y a su vez agradecidas; de donde jamás se las lleve el viento huracanado de la desidia y del olvido. 
Recordemos siempre,  EL Comandante Che nos mira.

"Coincidencias o antagonismos"


Coincidencias o antagonismos

Ante el tan vaticinado bactericida nuclear, que hipotéticamente extinguiría todo ser viviente que habita sobre la faz de la hermosa esfera terráquea, por el momento no nos queda otra que tratar de mirar hacia adelante la luz al final del túnel, para no tomar las rígidas formas de las piedras, tal como le aconteció a la mujer del bíblico Lot.

Pareciera que tan solo una mano divina, podría salvar a la humanidad en su loco afán de autodestruirse.

Si dijésemos por ahí lo siguiente: que si a fulanito de tal se le ocurriese la descabellada idea de oprimir el botón del Juicio Final y que nadie más tomaría partido en semejante accionar, craso error. Cuando los ánimos se caldean, hasta el más pacífico de los cristianos derrama su copa.

Dos artefactos nucleares de vieja data explosionados en Hiroshima y Nagasaki, seguida del progresivo y controversial cambio climático de reconocido origen y algunas fugas radioactivas como las de Chernobyl y otras centrales de fusión atómica, hasta el día de hoy, nos han dejado secuelas de considerables proporciones letales, ¿que tal? A estas alturas sería una catástrofe una reacción en cadena termonuclear a lo largo y ancho de los cuatro puntos cardinales del Planeta Tierra. ¿Posibilidades del uno al 10? Gran interrogante.

Lo cierto es que, en la postrimería de una guerra convencional alguien podría contar una historia, más no hoy por hoy en una eventual guerra de abrazador fuego atómico.

¿Será este el final del confortable y Sagrado refugio humano?

A diferencia de la enigmática y extraviada Atlántida, la supuesta desolada Tierra sería como un gigantesco continente, atrapado en el silencio de la inmensidad oceánica del Cosmos; y sobre sus blancas cenizas un epitafio en su mudo lenguaje reza: Aquí yace lo que fue una sociedad terrícola de resplandeciente cultura, pero que polvoreada de su propio antagonismo se divorció de su misma existencia, hastiada en cuerpo y alma, de las no coincidencias.   

  .

¿Por qué a Sucre?




¿Por qué a Sucre?

Porque algunos de esos valientes hombres de una epopéyica gesta, tan sólo se limitaron a consolidar a feliz término la guerra independentista de Venezuela. Por lo tanto, Antonio José de Sucre se convierte en el relevo esencial que daría marcha al amplio y ambicioso proyecto a futuro de Simón Bolívar, capaz de transformarse en una sola y vasta Nación equiparada en tamaño y fuerza con el gigante Brasil; y así, ambos, cuál gladiadores de las criollas arenas, con gallardía resistir a la voraz pretensión del implacable Calígula del Norte, que tiene metido entre ceja y ceja que esta parte del Hemisferio nuestro es tierra baldía. Allí  groseramente instalado, tiene el centro de acopio bélico del más asfixiante de los vértigos.   

Por eso y mucho más al Mariscal Antonio José de Sucre, un 4 de Junio de 1830, cabalgando por los accidentados caminos en las montañas de Berruecos, una misteriosa e impía jugada del destino le sale al paso, cubriéndole de negra sombra una misión de vital relevancia.

Era Sucre semejante a un Páez en la guerra y a un Bolívar de rechinante idealismo patrio.

¿Quién era en el fondo ese muchacho de Cumaná? Un tanto taciturno y a veces melancólico; que un día envidió las heridas del general José Laurencio Silva.

Era Sucre un Gran Mariscal de disciplinada juventud, que pasó por encima de muchas jerarquías militares diestras en el manejo de la guerra, pero subordinadas al mandato de las ideas.

A Bolívar le tocó la misión del rayo y, para dolor del Padre Libertador, a Sucre un rayo le fulminó la misión.  

Santa Marta y Berruecos, dos coincidencias cómplices que se escaparon por la abertura de una misma tangente, o acaso fue tan sólo un atajo en la interposición de tiempo y espacio, como una estrategia más de dos colosos de la guerra y de las ideas, que homogéneamente de nuevo emergen a través del torbellino de una sociedad que, aunque moderna, hoy se bate a duelo por darle fina textura a un viejo sueño inconcluso, que recién comienza a zafarse del frío témpano de una quimera.